Por Julio Dam
Rébbe Mesiánico Renovado
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Ba Midbár/En el Desierto/Núm. 16:1-3: “Y se apartó Kóraj ben Itzjár, ben Kehát, ben Leví, junto con Datán y Avirám, hijos de Eliáv y con On, be Pelet de la tribu de Reuvén. Y se presentaron delante de Moshéh y Aharón junto con 250 hombres de los israelíes, líderes de la comunidad, hombres célebres. Se juntaron contra Moshéh y Aharón...”
Esta parasháh nos habla de las dos clases de corazones opuestos que existen en el mundo: el tipo de corazón de Moshéh y el tipo de corazón de Kóraj.
El hecho que Moshéh y su hermano Aharón se hayan postrado sobre sus rostros para clamar a Elohím, en vez de tomar el camino más fácil, que fue el que tomó Kóraj y los que lo secundaron en la rebelión contra la autoridad de Moshéh, y por ende, sobre la autoridad de ADONÁI: discutir, gritar, arguir, comenzar una guerra de palabras sin fin, nos revela sus caracteres.
Además de que Moshéh y Kóraj son dos personajes en la historia de Israel, también los podemos percibir como dos prototipos de dos estilos de vida y hasta de dos tipos de naciones, como veremos. Moshéh, según dice la Toráh, era la persona más humilde de Israel. Sin pretensiones, sin creerse gran cosa, no teniendo orgullo alguno, exhibía una enorme calma interior/shalváh y una enorme dependencia de Elohím, gracias a su carencia de orgullo propio, todas características de un líder de Elohím, de los que Elohím busca y le gusta.
Kóraj, por el contrario, era todo lo opuesto, a juzgar por sus actos: impetuoso, orgulloso, ambicioso de fama personal, de ser notado, independiente de ánimo y de voluntad, pendenciero, revolucionario, lleno de nerviosa energía contra la autoridad delegada de Elohím, que era Moshéh, era todo lo que ha satán admira en un hombre. No podemos encontrar quizás, en cuanto a carácter, hombres más disímiles en la Toráh. La calma interior/shalváh versus la intranquilidad interior; dos principios antagónicos, tanto en los hombres como en las naciones.
La shalváh de Moshéh nace de su humildad, de su no creerse alguien importante. La persona que logra esta humildad, esta opinión de sí mismo no busca la luz, no busca el destacarse y el sobresalir sobre los demás, sino que deja—para los que estamos con Elohím—que sea Él quien maneje su vida, ya sea destacándolo, como destacó a Moshéh como líder de todo Israel, o dejándolo en la obscuridad del anonimato. De esta actitud frente a la vida diaria y a sus acontecimientos, surge la shalváh/la calma interior, el shalóm y la falta de ansiedad que todos deseamos para nuestra vida tan agitada de este siglo 21. Esto no significa que ni Moshéh, ni los que son como Moshéh no tengan problemas, ni causa para no estar nerviosos ni ansiosos. Causas siempre hay y las habrá. Es nuestra reacción a ellas lo que cuenta. Esta reacción es parte de un esfuerzo de nuestra voluntad y de nuestro carácter, según lo moldeamos. Nos hacemos así por un esfuerzo de nuestra voluntad y con la enorme ayuda de la oración y de Elohím, que está a nuestro lado. Parte de esta ayuda es el darnos cuenta y el actuar con este darnos cuenta de que no está en nuestras manos el resolver la mayoría de los problemas que se nos presentan durante el día, sino en las manos de Elohím. Ya que esto es así, ¿para qué preocuparnos?
¿Para qué tratar de sobresalir y de hacernos notar, cuando tenemos QUIEN lo haga por nosotros y quien resuelva nuestros problemas? Un ejemplo extremo de esta shalváh/calma interior la tenemos en Ieshúa cuando estaba navegando con sus talmidím/discípulos y el viento comenzó a soplar y los talmidím comenzaron a tener temor de que la pequeña embarcación iba a zozobrar. Sin embargo, ¿recuerdan qué hizo Ieshúa? ¡Siguió durmiendo en la barca! Este es un ejemplo—extremo—de una shalváh que nace de una confianza en que nuestra vidas y nuestra seguridad está en las manos de Elohím y no en las nuestras.
¿Está usted teniendo un problema grave en su vida? ¿Quizás una decisión urgente o importante que no lo deja dormir de noche? ¿Un problema familiar que lo preocupa? Recuerde a Moshéh. Ore para tener la shalváh que tenía Moshéh y la dependencia de Moshéh en el Poder/Gvuráh y el control de Elohím sobre su vida. La oración puede cambiar su vida y su carácter, si es usted de los nerviosos y los ansiosos por el futuro y por lo que vendrá. Pida en oración que Elohím le dé la humildad y la dependencia en Él que tenía Moshéh, para que usted se recueste, junto con Ieshúa y espere en Él, sin tener que luchar por su cuenta. En el centro de la humildad y del bitajón/confianza en Elohím está la calma interior que todos ansiamos, pero no logramos tener.
La palabra shalóm/paz (interior) viene de “shalém,” que significa “completo, perfecto.” La paz no es la ausencia de guerra: hay naciones que no están en guerra—todavía—pero entre las cuales no hay paz alguna, así como hay personas entre las cuales no hay guerra pero tampoco hay shalóm. Lo shalém es lo que no le falta nada, lo completo. Una flor tiene pétalos, todos de diferentes tamaño y disposición, y sin embargo, se combinan entre sí para formar una forma armoniosa y simétrica que es lo que llamamos “hermosura.” Elohím creó un Universo shalém, perfecto, donde todo combina con todo lo demás, aunque todo es diferente entre sí y donde existe armonía. Una orquesta es un conjunto de instrumentos todos diferentes que tocan la misma melodía en armonía total: eso es shalóm auditivo y es por eso que cierto tipo de música nos trae shalóm a nuestro corazón, porque ya tiene ese shalóm impregnado en la armonía de la ejecución y del sonido.
Una frase que podemos adoptar para calmar nuestro interior es: “Pongo este problema (nómbrelo) en manos del Todopoderoso Elohím y de Ieshúa ha Mashíaj. Hágase Tu voluntad y no la mía. Dame lo que Tú tienes para darme y no lo que yo quiero.” Después de orar esto, CRÉALO, no siga haciendo lo suyo como si nunca lo hubiese orado. Confíe en que Elohím lo escuchó y actuará de acuerdo a su pedido. Descanse en Él. APRENDA a descansar en Él.
La otra opción es ser como Kóraj: nervioso, ansioso, revolucionario, independiente de Elohím, buscando el liderazgo, buscando el ser visto y oído, buscando ser el líder de su grupo cueste lo que cueste—y a Kóraj le costó que la tierra lo tragó, a él y a sus seguidores revolucionarios, que se rebelaron contra la autoridad delegada en Moshéh. La rebelión contra la autoridad es el principio de ha satán y debemos huir de ella, si no queremos correr la suerte de Kóraj y sus compinches.
Israel es el país de Elohím y es el encargado de transmitir este mensaje al mundo, de ser el Moshéh de las naciones, la más humilde de las naciones, la más insignificante, la menos pretensiosa. Kóraj representa todas las demás naciones del mundo, tratando de sobresalir sobre el resto, tratando de imponer SU voluntad sobre sus vecinos a través de la fuerza y de la coerción.
Esta postura y esta elección de Moshéh nos revela que estaba marcado por cuatro rasgos de carácter fundamentales, que lo hizo ser escogido por ADONÁI para liderar a su Pueblo: (1) su humildad extrema, (2) su sometimiento a la voluntad de ADONÁI, (3) su compasión por los demás, y (4) su espíritu de temor/Irát ADONÁI ante Él. Los cuatro rasgos de carácter reflejan el tipo de corazón que tenía Moshéh y que nosotros necesitamos adquirir, si deseamos servirle como esclavos adoradores/ovdím fieles que debemos ser de Él, como comienza “Romanos 1:1: “Shául, esclavo adorador/ovéd de Elohím....”
La humildad nos hace ver lo que realmente somos, delante del Creador del Universo: nada; polvo (“adamáh”, de donde viene el nombre “Adám”), cuyo destino final es el mismo polvo de la tierra de donde salimos primigeniamente. (La humildad no es igual a “complejo de inferioridad”: este último es con respecto a nuestros semejantes, y es dañino el tenerlo y necesitamos sanarnos de él. La humildad se refiere a nuestro auto-concepto respecto a Elohím y es muy favorable el poseerla.)
Dice en Míjah 6:8:”Y qué requiere Elohím de ti sino que camines recto, que ames la bondad y que camines en humildad con tu Elohím?”
La humildad es entender en nuestro corazón, no sólo en nuestra mente, que toda habilidad que poseemos viene de Elohím y no es ningún mérito nuestro. Él nos hizo así para que lo podamos servir mejor. El que CREE esto en su corazón, no en la solapa de su saco, éste es humilde de verdad.
Aun nuestra humildad puede llegar a convertirse en orgullo, sin quererlo. En cambio, la calma interior/shalváh de Moshéh nace de su humildad, de su no creerse alguien importante. La persona que logra o que tiene de nacimiento esta humildad, esta opinión de sí mismo no busca la luz, no busca el destacarse y el sobresalir sobre los demás, sino que deja—para los que estamos con Elohím—que sea Él quien maneje su vida, ya sea destacándolo, como destacó a Moshéh como líder de todo Israel, o dejándolo en la obscuridad del anonimato. De esta actitud frente a la vida diaria y a sus acontecimientos, surge la shalváh/la calma interior, el shalóm y la falta de ansiedad que todos deseamos para nuestra vida tan agitada de este siglo 21. Esto no significa que ni Moshéh ni los que son como Moshéh no tengan problemas, ni causa para no estar nerviosos ni ansiosos. Causas siempre hay y las habrá.
Es nuestra reacción a ellas lo que cuenta. Esta reacción es parte de un esfuerzo de nuestra voluntad y de nuestro carácter, según lo moldeamos. No creo que haya nadie que haya nacido así. Nos hacemos así por un esfuerzo de nuestra voluntad y con la enorme ayuda de la oración y de Elohím, que está a nuestro lado. Parte de esta ayuda es el darnos cuenta y el actuar con este darnos cuenta de que no está en nuestras manos el resolver la mayoría de los problemas que se nos presentan durante el día, sino en las manos de Elohím. Ya que esto es así, ¿para qué preocuparnos?
¿Para qué tratar de sobresalir y de hacernos notar, cuando tenemos QUIEN lo haga por nosotros y quien resuelva nuestros problemas? Un ejemplo extremo de esta shalváh/calma interior la tenemos en Ieshúa cuando estaba navegando con sus talmidím/discípulos y el viento comenzó a soplar y los talmidím comenzaron a tener temor de que la pequeña embarcación iba a zozobrar. Sin embargo, ¿recuerdan qué hizo Ieshúa? ¡Siguió durmiendo en la barca! Este es un ejemplo—extremo—de una shalváh que nace de una confianza en que nuestra vidas y nuestra seguridad está en las manos de Elohím y no en las nuestras.
¿Está usted teniendo un problema grave en su vida? ¿Quizás una decisión urgente o importante que no lo deja dormir de noche? ¿Un problema familiar que lo preocupa? Recuerde a Moshéh. Ore para tener la shalváh que tenía Moshéh y la dependencia de Moshéh en el Poder/Gvuráh y el control de Elohím sobre su vida. La oración puede cambiar su vida y su carácter, si es usted de los nerviosos y los ansiosos por el futuro y por lo que vendrá. Pida en oración que Elohím le dé la humildad y la dependencia en Él que tenía Moshéh, paa que usted se recueste, junto con Ieshúa y espere en Él, sin tener que luchar por su cuenta y sólo luchar cuando Él lo ordene. En el centro de la humildad y del bitajón/confianza en Elohím está la calma interior que todos ansiamos, pero no logramos tener.
La palabra shalóm/paz (interior) viene de “shalém,” que significa “completo, perfecto.” La paz no es la ausencia de guerra: hay naciones que no están en guerra—todavía—pero entre las cuales no hay paz alguna, así como hay personas entre las cuales no hay guerra pero tampoco hay shalóm. Lo shalém es lo que no le falta nada, lo completo. Una flor tiene pétalos, todos de diferente tamaño y disposición, y sin embargo, se combinan entre sí para formar una forma armoniosa y simétrica que es lo que llamamos “hermosura.” Elohím creó un Universo shalém, perfecto, donde todo combina con todo lo demás, aunque todo es diferente entre sí y donde existe armonía. Una orquesta es un conjunto de instrumentos todos diferentes que tocan la misma melodía en armonía total: eso es shalóm auditivo y es por eso que cierto tipo de música nos trae shalóm a nuestro corazón, porque ya tiene ese shalóm impregnado en la armonía de la ejecución y del sonido.
Una frase que podemos adoptar para calmar nuestro interior es: “Pongo este problema (nómbrelo) en manos del Todopoderoso Elohím y de Ieshúa ha Mashíaj. Hágase Tu voluntad y no la mía. Dame lo que Tú tienes para darme y no lo que yo quiero.” Después de orar esto, CRÉALO, no siga haciendo lo suyo, como si nunca lo hubiese orado. Confíe en que Elohím lo escuchó y actuará de acuerdo a su pedido. Descanse en Él. APRENDA a descansar en Él.
La otra opción es ser como Kóraj: nervioso, ansioso, revolucionario, independiente de Elohím, buscando el liderazgo, buscando el ser visto y oído, buscando ser el líder de su grupo cueste lo que cueste—y a Kóraj le costó que la tierra lo tragó, a él y a sus compinches revolucionarios que se rebelaron contra la autoridad delegada en Moshéh. La rebelión contra la autoridad es el principio de ha satán y debemos huir de ella, si no queremos correr la suerte de Kóraj y sus compinches.
CÓMO LLEGAR A TENER HUMILDAD, SOMETIMIENTO, COMPASIÓN Y TEMOR DE ADONÁI
Nuestro sometimiento a la Voluntad de Elohím va a hacer maravillas en cuanto a nuestra humildad. El hacer Su voluntad en vez de la nuestra naturalmente nos hace más humildes, ya que comenzamos a ver cómo lo que queríamos muchas veces se cumple, sin esfuerzo casi por parte nuestra (aparte de orar intensamente, claro) y cómo la voluntad de Elohím es lo único que en realidad se va a hacer realidad.
Dijo Ieshúa en Iojanán/”Jn.” 15:11: “Le dije esto para que mi alegría/simjáh esté en ustedes y la simjáh de ustedes sea total/shalém.”
La alegría espiritual viene de estar en la Presencia de Elohím. Él es alegría; Él es gozo/ósher, por lo que estar a Sus pies todos los días no sólo nos trae conocimiento de Él, sino que nos contagia de Su alegría. Esta es la felicidad espiritual, como dijimos en una parasháh reciente, a diferencia de la felicidad del cuerpo o de la mente. La felicidad espiritual se transmite por Su Rúaj cuando estamos EN Su voluntad y sometidos a Él. Allí desciende sobre nosotros Su shalóm y Su shalváh/calma interior.
Hay varios tipos de sujeción que son necesarias para nosotros:
Sujeción a Elohím. Jacobo 4:7: “Pónganse debajo de Elohím; resistid a ha satán y huirá de ustedes.”
Someternos a nuestros rabinos mesiánicos. He. 13:7 Ro.
Someternos a las autoridades nacionales: 1ª P. 2:13.
Tomar la humillación y el mal que nos dan con calma interior/shalváh (1ª P. 3:8-17). Esta shalváh no viene automáticamente. Se cultiva, con lágrimas, muchas veces, con nervios, pero está en nuestra decisión el actuar con shalváh cada vez que nos hacen mal o que nos insultan u ofenden.
Tenemos que aprender a recibir corrección (Mishléi/Prov. 10:17). Muchas veces lo que las personas nos dicen, nos suena ofensivo, es una reprensión de Elohím, pero no lo vemos a Él, vemos a la persona y fallamos en darnos cuenta que Elohím nos está corrigiendo.
Tenemos que aprender a tomar el lugar que nos dan (Mishléi 25:6-7).
Aprendamos a sociabilizar con personas de un nivel social más bajo que el nuestro, como lo hacía Ieshúa (Lc. 7:36-39). Fue criticado por ello.
Por último, aprendamos a perdonar a los demás—TODOS LOS DÍAS. Mt. 23:11.
Tenemos que entender que no hay nada que hagamos que merezca los favores de Elohím para con nosotros. Las mitzvót son una OBLIGACION. No por hacerlas, obtendremos favores. Esto también nos vuelve humildes.
Ieshúa dijo: “Benditos los humildes, porque ellos heredarán el Maljút Shamáim”.
Debemos despojarnos, diariamente, de todo egoísmo, el centrarnos en nosotros mismos y de toda arrogancia. Si no lo hacemos, no podremos llegar a ser humildes. La persona humilde nos relaja al estar en su presencia; emana una cierta paz/shalóm que los demás no tienen; no sentimos la competencia en la presencia de una persona humilde; no sentimos que somos juzgados y no experimentamos temor alguno.
La compasión por las dificultades de los demás proviene, no de nuestro ser carnal, que es malvado (Be Reshít/”Gn.” 8:21: “Lo que el corazón del hombre concibe es malo desde su infancia,” sino del hombre renovado por el tener a Ieshúa viviendo en su rúaj/espíritu (lo que Reina-Valera tradujo (mal) como “nuevo hombre”). El que adquiere esta compasión es aquel que SE DEJA INFLUENCIAR, TOCAR ESPIRITUALMENTE por el Rúaj ha Kódesh dentro suyo, quien está allí para eso, para mejorarnos, para cambiarnos, para darnos un “áin tov”/”ojo bueno,” que, entre otras cosas, significa “generosidad,” que viene de nuestro corazón, no de nuestra mente. Mishléi/Parábolas/”Prov.” 15:15 dice: “Todos los días del pobre son malos; pero el que tiene buen corazón vive feliz.” El “pobre” aquí es el hombre carnal, el que no conoce a Elohím o no tiene a Ieshúa para cambiarlo y hacer de él un hombre renovado, “a la sombra y semejanza” de Ieshúa. Claro que la voluntad tiene un enorme papel que jugar aquí, especialmente cuando pasamos lo que el Pacto Renovado llama “el primer amor.” Al conocer a Ieshúa, todo es “color de rosa.” Pero con los años, volvemos a vivir en la carne, y es allí cuando debemos poner nuestra voluntad en permitirle a Ieshúa cambiarnos, especialmente el corazón. La palabra “lev” significa “corazón”; pero “leváv” comprende todos nuestros rasgos de carácter, tanto los positivos como los negativos. Para lograr eliminar estos últimos, debemos estar constantemente pidiendo a ADONÁI “be shém Ieshúa ha Mashíaj” (con el nombre de Ieshúa el Mesías”) que nos cambie nuestro corazón y coloque el de Ieshúa dentro nuestro, área por área.
El Espíritu (Rúaj) de temor de ADONÁI/Ir´át ADONÁI es eso: un Rúaj/espíritu, que debemos pedir, si todavía no lo hemos hecho. Esta es la GRAN clave para no pecar. Muchos están atados a pecados de los que no pueden salirse. El GRAN SECRETO es pedir “Espíritu de temor a ADONÁI/Rúaj Ir´át ADONÁI”. Esto nos va dar la perspectiva correcta: Elohím ve CADA COSA QUE PENSAMOS, DECIMOS Y HACEMOS. Cuando esto penetre en nuestro ser, en nuestra mente y en nuestro corazón, tendremos vergüenza de presentarnos delante de Él sabiendo que vio lo que pensamos, dijimos o hicimos, y no lo haremos más.
Para concluir, debemos examinar todas las semanas nuestro corazón, para ver cuánto de Kóraj tenemos y pedir el corazón y la mente de Ieshúa dentro de nosotros, para ser cada vez más como Él.
El judaísmo mesiánico mundial del cual formamos parte, como el espíritu de Israel que es, tiene una función especial que cumplir en esta época: exhibir este carácter de Moshéh, tanto en sus líderes mesiánicos como en sus sinagogas como un todo: dependencia de Elohim hasta en lo más mínimo; humildad, shalváh interior, bitajòn/confianza ante los ataques del enemigo, ha satán y de sus ayudantes humanos, los que oran por nuestra destrucción y los Korajs dentro de nuestras propias sinagogas, que todavía no han comprendido el mensaje de cadena de mando. Nuestra tarea es ser testimonio de bitajón/confianza y de shalváh/calma interior frente a los ataques de todos. Nuestra tarea no es fácil, pero debemos tratar de ser como Moshéh y enseñar a los demás a ser como Moshéh y no como Kóraj. Todo esto tendrá su recompensa de parte de Elohím, que todo lo ve. Nada de lo que digamos o dejemos de decir irá sin recompensa o sin castigo. Estamos bajo los atentos ojos de Elohím en los Cielos/ba Shamáim. Comportémonos en cada momento y con cada persona que Elohím pone en nuestro camino como los verdaderos bnéi Elohím/hijos de Elohím que deseamos ser.
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