Por Julio Dam
Rébbe Mesiánico Renovado
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Be Reshít/En el Principio/”Gen.” 41:1: “Y fue al final/Mi kétz de dos años y el Paró soñó que estaba parado (a la orilla del) río (“Nilo”); y del río salieron siete vacas hermosas y gordas y pastaban en la ribera.”
En esta parasháh, podemos ver cómo Iósif, como buen sirviente de Elohím, se movía y cómo muchos líderes se mueven. Primero, cuando el Paró lo tiene preso dos años, él no se suicidó, ni hizo algo desesperado. Sabía que estaba en manos del Creador y que lo que Él quería hacer con él estaba bien. Y estuvo preso hasta que fue llevado a la presencia del máximo líder de la época y elevado a una posición de segundo al mando. Preso, estaba “bien,” y segundo en el reino, también estaba bien. Eso se llama “bitajón”, confianza, fe en Elohím, en que El sabe lo que nos conviene para hoy, para este año, para nuestra vida. La mayoría de nosotros no nos comportamos así. ¡QUEREMOS ésto o aquello! EXIGIMOS de Elohím que nos dé esto o aquello o que traiga a nuestra vida lo que queremos que traiga, ya sea un esposo/a o un empleo. El sirviente sabio sabe esperar, aun en las peores circunstancias. Y cuando llega el momento, hace lo que tiene que hacer, sin titubeos, sin falsa humildad, y sin perder un segundo. Iósif tomó responsabilidad de lo que el Paró le planteó y le dio la respuesta, sin exigir nada, sin hincharse de orgullo, ni apocarse de miedo delante del hombre más poderoso de su época.
Esto no surge solo. Salta de una actitud previa de humildad y de haber sido quebrado previamente por Elohím. El que no ha sido quebrado, tiene esperanzas, tiene orgullo, tiene planes propios, tiene ambición. El que ha sido quebrado tiene las esperanzas de Elohím, los planes de Elohím, las ambiciones de Elohím. Esas son las únicas que se permite tener.
Y cuando llega el momento de hacer algo para Elohím, lo hace sin atribuirse el mérito, como Iósif, que no hizo gala de “tener poderes”, sino que, simplemente, dijo que era Elohím el que le iba a revelar, si quería, lo que el Paró quería saber. Esta modestia y falta de pretensión es otra manera en que el verdadero sirviente de Elohím se comporta. No pretende arrogarse ningún poder, ni ninguna sabiduría, sino que claramente confiesa que todo viene de Elohím. Esta es una actitud de total sumisión y humildad que pocos logramos transmitir, quizás porque no la tenemos. En el fondo, queremos DESTACAR, queremos SER, QUEREMOS, queremos... El verdadero sirviente sólo sirve. ¿Quién quiere ser sirviente de Elohím? (¡Hay alguien que levantó su mano, mentalmente hablando!)
La actitud de Iósif en su corazón es digna de ser imitada por todos nosotros. Fue traicionado por su propia sangre y carne, no por “enemigos” sino por sus propios hermanos de carne. Y sin embargo, cuando estuvo en posición de vengarse, de torturarlos y matarlos, no hizo nada de eso, sino que los perdonó y los restauró y restauró la relación de hermano con ellos y con su padre.
Además, no se enorgulleció de ser el segundo del reino ni se hinchó contra todos en orgullo, sino que continuó siendo el mismo Iósif de siempre, a juzgar por lo que Be Reshít nos cuenta. Esta es una cualidad que poca gente logramos tener: ser siempre ellos mismos, no importa el puesto alto o bajo que estén teniendo EN ESE MOMENTO. Ellos son siempre los mismos. Este mantener nuestra identidad intacta, sin echarnos a perder por el orgullo o por la ambición, ni tampoco, en los tiempos de las “vacas flacas” venirnos abajo en depresión y en amargura o envidia. Mantener nuestro yo intacto, sabiendo que estamos en las manos moldeadoras de Elohím, ya sea que nos suceda algo bueno o algo malo.
Iósif evidentemente tenía una piel mental bien dura, como todos los líderes, (entre ellos Moshéh) debieron haber tenido. Es muy necesario, cuando estamos siguiendo a Elohím tenerla. Muchas de las cosas que Elohím nos enseña o nos hace hacer no es del agrado de una u otra persona o grupo y comienzan a venir las críticas, las oraciones en contra o los ataques espirituales fuertes. Tenemos que tener una piel mental y emocional de elefante para soportar esta posición por mucho tiempo. El deseo de agradar a los demás es tremendamente fuerte en la vida de muchos y este deseo de “quedar bien” se enfrenta con la Voluntad de Elohím y el resultado, la mayor parte de las veces es: Elohím= 0; “el agradar a los demás”=1. Vivir por encima de esta trampa espiritual es muy difícil, pero extremadamente necesaria, si queremos terminar nuestra carrera y AGRADAR A ELOHÍM, no a los hombres. Elohím no te va a palmear la espalda y decirte: “Bravo, fulano, hiciste frente a la oposición y optaste por hacerle caso a Mis Mitzvót”. No. Elohím nos mira y sus malajím apuntan en un pergamino todo lo que hacemos y decimos. Y DESPUES, en el Olám ha Bá vienen los premios, no ahora.
Un siervo de Elohím se tiene “confianza”, porque sabe que todo viene de Él, y no de él mismo. No “tiene confianza en la carne” sino en que Elohím va a hacer o resolver lo que haya que hacer o resolver. Esto le da confianza/bitajón en sí mismo, pero no una confianza tonta en un ser humano, sino un bitajón fuerte en el Creador del Universo—siempre que él esté haciendo Su voluntad, y no la suya propia.
El siervo sabio ha inquirido de Elohím acerca de a dónde quiere Elohím llevarlo. Sabe cuál es su destino, ya sea exacta o aproximadamente. Esto le da una ventaja adicional, ya que puede prepararse, mental y espiritualmente para su próximo destino, cualquiera que éste sea. Todos nosotros tenemos un destino prefijado. Tenemos que averiguarlo y prepararnos para él, con Su ayuda. Elohím desea compartir Su visión de nosotros si aprendemos a hacerlo en oración y en meditación.
Ser sirviente de Elohím requiere vitalidad, persistencia y entusiasmo. Si tenemos bitajón hoy, y pasado mañana ya no está, nuestra persistencia no es lo que debería ser. Tenemos que pedir en oración cada una de estas cualidades y practicarlas, ESPECIALMENTE cuando nos venimos abajo, ya sea por las circunstancias exteriores a nosotros, o porque nuestra psiquis está en “receso”. Para eso, debemos habernos preparado, ya sea mental como espiritualmente. No es con un simple “optimismo” o bitajónque lo haremos, sino con entrenamiento. Estamos en guerra y muchos mesiánicos no quieren admitirlo. El resultado es que pierden la guerra y son vencidos, muchos para siempre. También debemos aprender cómo ha satán las usa en contra nuestro, para defendernos. El resultado es que aprendemos a distinguir entre algo que es un problema psicológico y algo que es espiritual. Ni encontramos demonios debajo de cada cama, ni cada problema es un problema del otro, sino que aprendemos a distinguir las fuentes VERDADERAS de cada problema.
El siervo sabio aprende y conoce la extensión de la autoridadde Elohím y su delegación y responsabilidad y le enseña a los que le rodean acerca de estos conceptos fundamentales en un ejército exitoso. Tenemos una responsabilidad y una autoridad que nos la da Elohím o nuestro rabino y tenemos que aprender a delegarla y a utilizarla apropiadamente; a no violarla pero tampoco a abusarla. Tenemos que aprender las tretas de ha satán para que rechacemos todo esto como “inútil”, para que él gane.
Esta es la clase de actitud que debemos adoptar en nuestro caminar con Elohím. Entender primero, y aplicar después, la realidad de que es Elohím quien maneja todo, y que es vanidad pura de parte nuestra el atribuirnos mérito alguno. Elohím es quien le da la interpretación perfecta de los dos sueños del Paró, así como que es Elohím quien lo hace nombrar Vicerey de Egipto/Mitzráim. Si es así, y nuestras habilidades no cuentan, sino que lo que cuenta, al final de cuentas, es la Voluntad de Elohím, ¿qué lugar hay para el orgullo personal? El meditar y entender e incorporar este conocimiento a nuestro carácter es fuente de eterna felicidad/ósher para nosotros en el futuro, ya que Elohím odia a los orgullosos y prefiere a los humildes (Iaakóv 4:6), a los que se doblegan debajo de Su mano poderosa, y los recompensa con más y más bendiciones, siempre que continúen en esa actitud de humildad. Pidamos humildad en nuestras oraciones diarias y veremos un cambio en nuestro carácter y en nuestras obras, en suma, en toda nuestra vida. Elohím oirá nuestra oración y verá nuestro corazón, si somos sinceros en esa pretendida humildad o no, y actuará de acuerdo a nuestro grado de sinceridad y de anhelo de humildad delante de Él.
Si Iósef no hubiese sido humilde, y se hubiera atribuido a sí mismo el interpretar los sueños del Paró, lo máximo que hubiese llegado a ser, muy probablemente, uno más, de los brujos del Paró. Sin embargo, gracias a esa humildad que el Paró debe haber visto en su hablar y en su comportamiento, lo puso directamente como segundo después de él mismo sobre todo el reino de Mitzráim, el reino más importante de esa época.
En el versículo/pasúk 38 dijo el Paró: “Y dijo Paró a sus sirvientes: ‘¿Acaso podrá ser hallado otro hombre como éste, en quien se encuentre el Espíritu/Rúaj de Elohím?’ ”
Este es otro punto clave para todo mesiánico que desee escalar alturas espirituales: el tener el Rúaj de Elohím, no sólo potencialmente, sino prácticamente, funcionando a favor de aquellos que lo rodean, de parte de Elohím. Todo el Pacto Renovado gira, en cierta manera, además de la llegada del Mashíaj, en torno a la llegada del Dominio de ADONÁI/Mimshélet ha Shamáim/”Reino de los Cielos”, que consiste, nada más y nada menos que el Rúaj y Ieshúa vivan dentro nuestro y reinen desde adentro nuestro, para la honra/kavód de Elohím y el testimonio a los ojos de los demás de que verdaderamente el Elohím y el Mashíaj de Israel no son una ilusión y que están dentro nuestro, y que no sólo son palabras nuestras llenas de vanidad, sino una verdad fácilmente comprobable, como lo fue el que Iósef interpretara correctamente los dos sueños del Paró y que estos sueños se cumplieran exactamente como Iósef lo predijo.
La combinación de humildad, con el Rúaj de Elohím dirigiendo nuestra vida desde nuestro espíritu es una poderosísima arma contra ha satán y contra el actual ateísmo y politeísmo reinante en el mundo, que muy pronto se va a desencadenar contra Israel, como nos predice Ezekíah/Ez. 37 al 39. No hay nada que ha satán pueda hacer que sea definitivo, mortal, contra aquellos que estamos, como dice Jacobo 4:7: “Sométanse a Elohím; resistan a ha satán y huirá de ustedes”—especialmente las tres primeras palabras son la clave del resto del versículo/pasúk. Aquellos de nosotros que nos sometemos a la Voluntad de Elohím, estamos automáticamente protegidos por Él, ya que simplemente estamos siendo soldados en Su ejército/tzaváh y no simples “civiles”, haciendo nuestro antojo y persiguiendo nuestros propios deseos. Un buen general, uno querido por su tropa es aquél cuya primera prioridad, después de su misión, es proteger la vida de sus soldados a su cargo. Así es Elohím con aquellos que estamos sometidos a Su voluntad, y no sólo nos creemos “hijos de Elohím”, sino que lo somos, según Ro. 8:14: “Porque todos aquellos que son dirigidos por el Rúaj/Espíritu de Elohím, éstos son hijos de Elohím”. (Nuestra traducción mesánica renovada, de muy pronta publicación.) Si esto es así, entonces lo contrario también es cierto: Todos los que no son dirigidos por el Rúaj de Elohím, éstos no son hijos de Elohím, aunque se engañen creyéndolo.
Mas si hay alguna cualidad que se destaca en esta parasháhen cuanto a las reacciones de Iósef en todos sus altibajos, es su confianza/bitajón en Elohím, una confianza ciega que nos recuerda la bitajón de Avrahám, de quien es biznieto. Él no protestó cuando sus hermanos lo vendieron; no protestó cuando estuvo dos años en la cárcel, sino que se mantuvo firme y sin rencor (como se puede ver en su reacción con sus hermanos, a quienes los abraza y los besa, en la siguiente parasháh) contra ellos y contra Elohím, quien es en último término el responsable de que le hayan sucedido todas esas cosas, como soberano del Universo que es.
Elohím nos coloca en diversas pruebas en nuestra vida. Estas pruebas las usa Elohím para edificar el edificio de nuestra fe/emunáh y nuestra confianza/bitajón en Él. Cada prueba es un examen que hemos aprobado en la Universidad del Rúaj/Espíritu de Elohím, hasta que nos “graduamos” en ella, y estamos prontos para partir a disfrutar de lo que hemos construido aquí y contribuido aquí en la tierra por los demás y para Elohím. Cada prueba edifica, además, nuestra conducta y nuestra santidad/kedusháh, que es el objetivo final de Elohím para nuestras vidas interiores, aparte de todo lo que hagamos para Él en este mundo. La kedusháh es la purificación de nuestro ser tripartito, espíritu, alma y cuerpo, para poder ser digno de estar en Su presencia eternamente/le olám. Así como nuestros músculos físicos se desarrollan con el ejercicio físico, así nuestros músculos espirituales se desarrollan con el ejercicio espiritual de nuestra fe y de nuestra confianza en Él. Con cada prueba, nuestra confianza se va acrecentando, al alimentarse de las experiencias pasadas con Elohím. Ya vimos lo que Él hizo en el pasado con nosotros, de modo que podemos saber a qué atenernos en el futuro. Este es el proceso normal de crecimiento de nuestra fe y de nuestra confianza en Elohím.
Tenemos que aprender a tener perspectiva: dónde estamos, cuánto nos falta para llegar; qué es importante ahora y qué es importante a la larga. Esta perspectiva se aplica en todos los ámbitos, desde nuestra familia, hasta nuestra sinagoga mesiánica hasta la sociedad y el mundo, especialmente en nuestros días, iomím ha kétz/días finales.
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