SIETE CONDICIONES PARA RECIBIR SU AYUDA
La primera regla/condición para estar en posición de recibir Su ayuda es tener nuestro corazón abierto para DAR y AYUDAR a los demás. Cuanta más ayuda demos, más recibiremos de Él, hasta sobreabundar. No es necesariamente de dinero a lo que nos referimos, sino lo que la otra persona necesita: puede ser afecto, atención, alguien que lo escuche, o un simple saludo diario, aunque también puede ser medicamentos, ayuda financiera, o consejos que no tiene de quién recibir. Este DAR es lo que en el Pacto Renovado se llama “amor ahaváh”, un amor de Elohím, materno, incondicional, del cual Elohím está hecho. En la medida en que aprendamos a dar, aunque sea como la viuda que dio de lo poquísimo que tenía (Lc. 21:2-3), Elohím lo ve todo y recompensa a cada uno según sus obras. Al principio, el dar nos cuesta; ponemos condiciones: ¿Quién es éste/a para que yo le dé de lo que no tengo? ¿Por qué le voy a dar cuando nadie me dio nada a mí? Pero la relación íntima con Elohím quita de nuestro camino estos pensamientos humanos y nos hace actuar como Él desea que actuemos: DANDO.
Mt. 5:7 dice: “Benditos son misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia”. Está hablando de misericordia en general, pero también de los que dan limosna, como la palabra en griego lo dice: “elémon”, casi igual a la que expresa “limosna” (elemosínen)—las dos palabras griegas, traducciones del hebreo, como explicamos en nuestra traducción mesiánica renovada, próxima a ser publicada.
En cambio, nos especializamos en pedir a Elohím: “¡DÁME esto! ¡DÁME aquello!”, porque no somos sabios, sino que, como niños espirituales, pedimos a nuestro Padre, como nuestros niños nos piden a nosotros: sin cesar.
En cambio, cuando DAMOS, suceden “casualidades”: conseguimos la casa que andábamos buscando; o Elohím nos bendice con el hijo/a que no podíamos tener. ¿Casualidad? No. ¿Milagro? Si quiere, puede llamarlo así, pero en realidad, es una consecuencia de nuestro comportamiento.
La segunda regla que tenemos que aprender es estar seguros y tener shalóm, y bitajón/confianza de que Él escuchó nuestros ruegos, y que Él nos va a dar, tarde o temprano—SI ES SU VOLUNTAD. (Hay cosas que no son Su Voluntad dar, y tenemos que aprender a distinguirlas.) La mini-regla en este caso es: nos da lo que NECESITAMOS, más que lo que QUEREMOS, igual que una madre amante. “Para el que cree, todo es posible” dijo Ieshúa mismo en Mr. 9:23.
No todos tenemos fe/emunáh y no todos tenemos el mismo nivel de fe, como explicamos en detalle en nuestra traducción. Cuando recién llegamos a Elohím mi esposa y yo, yo tenía sólo “esperanza” de que realmente hubiese un “Dios” y que Él hiciera algo por nosotros. Llamarlo algo más que eso, sería exagerar. Pero Él colmó nuestras expectativas y nos dio mucho más de lo que esperábamos. Así nuestra leve “esperanza” se hizo “confianza/bitajón” y ya sabíamos lo que esperar de Él. Así es como normalmente crece nuestra emunáh/fe: vemos lo que Elohím hace por nosotros, y la próxima vez que necesitamos algo, recordamos todas las veces que nos contestó y estamos tranquilos, porque sabemos que Él sí nos escucha y que no hay nada que dudar.
La tercera regla que tenemos que incorporar a nuestro carácter, si es que todavía no la tenemos, es a no desesperarnos, a no ponernos nerviosos, (muchas veces por nada), ni a tratar de solucionar las cosas por nuestra cuenta, por métodos humanos. Si hacemos esto, Él va a dejar que sigamos adelante y que fracasemos, para que tengamos que recurrir a Él, nuestro Papá que nos ama tanto, que haría cualquier cosa para darnos lo que le pedimos. Si nos ponemos nerviosos o ansiosos, estaremos obstruyendo los canales por los cuales Él trabaja a favor nuestro, y la bendición que estamos necesitando va a demorar más de lo que debiera, por no tener la emunáh/fe suficiente en Su Misericordia/Rajmanút.
Tenemos que recordar lo que dice en Ro. 8:28: “Y sabemos que, para todos los que aman a Elohím, todo resulta para bien, a los que son llamados de acuerdo a Su propósito”. Esto nos enseña que, no importa si lo que sucede parece “bueno” o “malo” o “regular”, en realidad, todo es bueno, porque Elohím lo envió, y porque Él tuvo un buen propósito para nosotros al hacerlo. Hay un famoso rabino originario de la ciudad de Lod (donde hoy está el aeropuerto internacional de Israel), llamado “Nahum, ciudadano de Gamzo”. Su nombre vino de su más famosa expresión: “¡Gam zú le továh!/¡Hasta esto es para bien!” aunque le sucedieron en su vida toda clase de cosas, la mayoría de ellas lo que nosotros denominaríamos “malas”. Tuvo muchas enfermedades, una detrás de la otra, su casa se cayó, y para colmo, el Emperador romano lo hizo detener. Pero cada vez que le sucedía algo así, su frase pasó a la historia judía. Tenemos que imitar al R. Gamzo y decir: “¡Gam zú le továh!/¡Hasta esto es para bien!”
La cuarta regla es entender que Él nos da soluciones que no coinciden con lo que esperamos y nos sentimos desamparados y decepcionados. Sólo si estamos en oración y en Su Presencia diariamente, vamos a entender que Sus soluciones, eran lo mejor para nosotros, aunque nosotros queríamos otras cosas. Muchas veces, Sus soluciones son muy diferentes a las nuestras.
¿No les parece que Iósef le habrá preguntado a Elohím, aunque sea una vez: “Elohím, ¿por qué permites que me pase esto tan desagradable?” Y sin embargo, terminó para el bien de Iósef, ya que llegó a ser el segundo después del Paró de Mitzráim, el imperio más importante de su época. Elohím usó a los hermanos de Iósef para que tiraran al pozo, para que se fuese de su casa y terminara en Mitzráim, todo un personaje.
La quinta regla es que Él hace y puede hacer grandes milagros, grandes cambios, y hacernos entender y comprender cosas que antes no entendíamos, y apreciar cada cosa que nos sucede en el tiempo de espera que Él tiene para darnos Su solución a nuestro problema. Debemos estar atentos a esta enseñanza, que casi nadie se da cuenta siquiera que está “incluida en el combo”.
NADIE entiende todo lo que sucede, ni siquiera los grandes científicos que han des-cubierto las grandes teorías de la Física, para dar un solo ejemplo. Por otro lado, Elohím nos da libre albedrío. Esto puede ser bueno, pero también puede ser fatal, porque hay muchas personas que, al no entender lo que Elohím estaba permitiendo en sus vidas, se la quitaron, destinándose ellos mismos al peor sitio del Universo, al infierno eterno.
La sexta regla es entender que, muchas veces, las soluciones de Elohím llegan acompañadas de instrucciones y/o enseñanzas para el cambio de nuestro carácter de lo que debemos, o deberíamos haber hecho para solucionar el problema. Estas instrucciones sólo vienen si estamos abiertos a recibirlas, o mejor, si las pedimos directamente a Elohím en el Nombre de Ieshúa. Si sólo estamos quejándonos de lo mal que nos va, no vamos a recibir las instrucciones ni notarlas, porque estamos muy ocupados quejándonos.
Uno de los casos más dramáticos, si nos ponemos en su lugar, es el de Avrahám y la orden de Elohím de matar a su único hijo, Itzják. ¿Quién de nosotros hubiese tomado la orden de Elohím como Avrahám, sin dudarlo, sin cuestionar a Elohím, sin desobedecerlo, con tal de salvar la vida de su único hijo? Sin embargo, Avrahám no cuestionó nada, porque ya conocía a Elohím, y presentía, si es que no sabía, que nada malo saldría en realidad de todo eso, porque estaba en manos de un Buen Elohím, que todo lo que hace es para nuestro bien.
La séptima regla, es poner en práctica cada una de estas reglas cada vez que tenemos un problema, ¡y repasar cómo de bien lo hicimos!
Jésed ve Shalóm lajém!/Que tengan la Misericordia (de Elohím) y (Su) Shalóm! le desea, el Rébe Julio Dam, su familia y sinagoga mesiánica renovada, desde Asunción, y Ayolas, Paraguay; Oberá y Corrientes, Argentina; Apizaco, Tlaxcala, Sinaloa; México; Y DONDE ELOHÍM ESTÉ ABRIENDO NUEVAS SINAGOGAS MESIÁNICAS RENOVADAS.
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