En algunas sociedades a lo largo de la historia, y en nuestros días, el conocimiento es la clave del éxito: si se sabe hacer algo, se tiene “la sartén por el mango”. En otras sociedades, a quién se conoce, es la clave, no lo que se sabe hacer o no. Pero hay un factor clave, que hace que este éxito sea permanente, y no sólo la llave para abrir la puerta de una carrera exitosa, o de una relación fructífera. Y este factor clave es la actitud. Todo comienza con un pensamiento. El pensamiento crea una emoción, que trae como resultado una actitud, que finalmente nos lleva a un comportamiento. Pensamiento, emoción, actitud, comportamiento. Son nuestras actitudes las que determinan que seamos exitosos o fracasados, ansiosos o calmos y está en nuestras manos el controlar cada paso de este proceso.
La primera actitud de Iósef fue ayudar y dar a Elohím toda la Kavód/Honra.
La segunda actitud de Iósef fue el comportamiento que tuvo cuando vinieron sus hermanos (“Gn.” 42:7-8), donde al comienzo les habló en forma áspera, preguntándole de dónde habían venido, aun cuando los conoció, pero ellos no lo reconocieron. Más adelante, en el 42:24, vemos cómo Iósef se apartó de ellos y lloró, y tomó la decisión (vers. 25) de llenar los sacos de trigo y devolverle el dinero de cada uno de ellos, y les dieran comida para el camino. Es una actitud que, como personas, y en situaciones difíciles siempre están en nosotros. Como así también la interpretación de los hermanos la podemos ver en el vers. 28, donde ellos hablaron con Iaakóv y le dijeron que los habían tratado ásperamente y como espías de la tierra. Eso fue lo que Iósef les había dicho.
Estas actitudes, como dijimos más arriba, comienzan con nuestra forma de pensar, siguen con una emoción, que dan como resultado comportamientos diferentes.
Sin embargo, Elohím nos aconseja acerca de cómo adquirir actitudes sanas para nosotros y las demás personas: lo que dice en 1ª Tes. 5:16-18: “Siempre estemos gozosos, orar sin cesar, y dar gracias por todo, porque ésta es la voluntad de Elohím para con nosotros, en Ieshúa ha Mashíaj”.
Entender lo que dice en Rom. 8:28, que es la clave para comprender todo lo que nos sucede: “Y sabemos que a todos los que aman a Elohím, todo sucede para bien, es decir, a los que conforme a su propósito, son llamados”.
El siguiente punto está en Irmiáhu 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de ustedes, dice Elohím. Pensamientos de shalóm y no de mal, para darles el fin que esperan.”
En Ieshaiáhu 55:8-9, está la palabra que deberíamos tener siempre presente, porque es lo que nos va a mantener con fe/emunáh, y fidelidad a Elohím. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos; y vuestros caminos, mis caminos, dijo Elohím. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos, más que vuestros pensamientos.”
Y una de las recomendaciones que siempre deberíamos tener en cuenta, es lo que dice en la Tehiláh 34:12, 14, y 19: “¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días de vida para ver el bien? Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca el shalóm y síguelo. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas te librará Elohím”.
Esto es un resumen de lo que debemos practicar diariamente en nuestras vidas para mantener una buena actitud, como la de Iósef, y tener las bendiciones de Elohím en nuestra vida así como las tuvo él. Empecemos a practicar y trabajar con estas actitudes:
- Estar siempre gozosos.
- Orar.
- Dar gracias por todo lo que nos sucede.
- Entender que todo lo que nos sucede es para nuestro bien, si realmente amamos a Elohím.
- Nunca olvidar que Elohím siempre tiene pensamientos de shalóm y no de mal, para darnos, sin importar el tiempo y el momento por el que estemos pasando.
- Tener siempre presente que Él tiene pensamientos y caminos diferentes a los nuestros y que son los mejores para nosotros.
- Por último, si realmente, deseamos tener vida, y ver el bien, tanto en nuestra familia, como personalmente, debemos tener la sabiduría/jajmáh de siempre guardar nuestra lengua del mal; de no hablar cosas engañosas; de apartarnos del mal, y de hacer siempre el bien; de buscar y seguir Su shalóm, teniendo la plena certeza de que Él siempre nos va a ayudar y a librar de lo que no es bueno para nuestras vidas.