Hasta en la ciencia, actualmente, podemos ser testigos de esta búsqueda insaciable, de esta hambre que no se satisface con nada, de unidad. En estos últimos años, el que está de moda es el biólogo de Harvard, Edward O. Wilson, con su libro "Consiliencia, la Unidad del Conocimiento". Como él mismo lo explica, la palabra "Consiliense (en inglés)/Consiliencia" tiene nada más y nada menos que ciento sesenta años de antigüedad. Es un viejo sueño de unir ciencias como la Física y la Biología en sus leyes comunes; y créanme, se está logrando, como bien lo explica Wilson. La "consiliencia" (y aquí estamos usando la palabra en castellano quizás por primera vez) consiste en conectar el conocimiento fundamental en los niveles más básicos en cada ciencia. Cuando lo hacemos, encontramos que las bases son muy parecidas entre sí, aun cuando se trate de ciencias totalmente diversas como las mencionadas, dice Wilson. Él lo relata como una conexión entre Linneus, el botánico sueco que inventó las clasificaciones biológicas, y el "Origen de las Especies" del británico Charles Darwin. De las células, Wilson pasó a pensar en bosques enteros y en el planeta Tierra en general, en lo que él llama "El Encanto Ionio", la definición del historiador Gerald Holton basada en el filósofo Thales, de Mileto, en Ionia, en el Siglo VI A. Y. (“Antes de Yeshúa”) Significa la creencia en la unidad de las ciencias, una convicción íntima de que el mundo tiene un orden interno y de que éste puede ser explicado por un número de leyes.
Lo que NO dice Wilson, es que no sólo en las ciencias debemos buscar y encontramos consiliencia. En realidad, como mostramos en nuestro libro ya publicado y en venta, "El Jasíd Espiritual", la consiliencia abarca aún a la Toráh, que, según los rabinos, es el plano con el cual fue construido el Universo. La Toráh lleva a la Física, y a la Biología, y éstas a la Toráh: una consiliencia total, no sólo entre ciencias, sino entre temas tan dispares como el Tanáj y aquellas. Esta es sólo una prueba más de dos cosas: de que la consiliencia está ya con nosotros; y de que, como consecuencia de esta certeza, podemos percibir en nuestro espíritu y aun en nuestra mente, que el fin está cerca/ha iamím ha kétz.
Precisamente porque estamos en los iamím ha kétz es porque debemos entender y percibir con nuestro rúaj/espíritu, y procesar con nuestra mente lo que Elohím nos está queriendo dar a entender con todo esto, especialmente en estos dias de Sukót, una festividad/moéd tan significativa para nuestra relación con El.
SUKÓT: LA FIESTA/MOÉD DE UNIDAD CON ADONÁI
Sukót NO es una fiesta/moéd más entre muchas. Tampoco es un moéd vacío de significado. Es la culminación de una espiral de cinco moadím/festividades, con un propósito fijo y no cambiante: la Unidad del judío con IHVH, el Elohím de Israel; y desde el Siglo I, el lograr una unidad más íntima con IHVH a través de tener a Ieshúa el Mesías dentro nuestro por medio del Rúaj ha Kódesh. Estos cinco moadím son:
- Pésaj, el moéd que conmemora la muerte de Ieshúa, ADONÁI IHVH venido en carne y su vida en nosotros (Gál. 2:20), la respectiva muerte de nuestro yo, y el vivir de Ieshúa EN nosotros y DESDE nosotros; además, hubo un Pésaj histórico: ocurrió en el Siglo I cuando Ieshúa hizo eso mismo en carne: murió y resucitó por nosotros.
- Shavuót/Semanas. Este es el moéd que conmemora la llegada del Rúaj/Aliento Santo de Elohím a la tierra para llenar a cada judío mesiánico renovado del Siglo I que así lo quisiera. Existe también un Shavuót histórico: el movimiento pentecostal dentro del cristianismo, que, a partir de 1906 llenó a los creyentes con el Rúaj ha Kódesh.
- Ióm ha Teruáh/Día del sonido plañidero del shofár. Este moéd conmemora el aviso (por medio del sonido del shofár) que Elohím nos da para que nos limpiemos, nos arrepintamos y hagamos teshuváh/un volver a Elohím, para prepararnos para Sukót. Habrá un Ióm ha Teruáh histórico, que anuncia el principio de los iamím ha kétz/los últimos días, para que todo el mundo, especialmente el mundo judío haga teshuváh.
- Ióm ha Kipurím/Día de los sacrificios expiatorios/kaparáh. Este día está instituido para que Elohím mate un cordero en vez de a nosotros; esto sucedió durante dos mil años en el judaísmo escritural; desde el Siglo I, en que Ieshúa, el “Cordero de Elohím que quita el pecado del mundo” murió por nosotros, Su sangre nos quita toda culpa pasada. Existe también un Ióm ha Kipurím histórico: la sangre que está corriendo en Israel, hasta que llegue su fin, muy pronto.
- Sukót/Cabañas. Esta festividad/moéd está instituida para que todos los judíos, por sangre y por fe, se unan (cada año un poco mejor, un poco más) con ADONÁI IHVH en cuerpo, mente y espíritu/rúaj. El Sukót histórico está aquí: es lo que yo llamo “la Tercera Reforma”, el colocar la Mente y el Alma de ADONÁI IHVH de nuevo en las mentes, almas y corazones de Sus hijos, para que reciban la Verdad revelada que estuvo ausente en los últimos diecinueve siglos. Este “Sukót histórico” está a la vista en forma embrionaria desde 1967 en que Irushaláim está en manos israelíes para siempre; y desde alrededor de 1980 en forma más visible, con el crecimiento agigantado de ya miles de sinagogas mesiánicas en todo el mundo y en todos los idiomas y especialmente en Israel.
¿CÓMO LOGRAR ESTA UNIDAD/AJDÚT CON ADONÁI?
Con lo que ya hemos visto, podemos entender mejor cómo lograr esta ajdút/unidad con ADONÁI. Para comenzar, tenemos que dejar de hacer los errores que hace la gente del mundo. Tenemos que dejar de pensar linealmente, y comenzar a utilizar la dialéctica y el Rúaj Hitgalút para todo. (Lo más gracioso es que la mayoría de los mesiánicos ni cristianos-en-camino-de-serlo jamás admitiríamos públicamente que NO llegan a la comprensión por medio de la revelación.)
Lo segundo es adquirir dvekút/el tomarse fuertemente de ADONÁI Elohím a través de Ieshúa dentro nuestro. Esto se logra convirtiendo en un hábito el estar en Su presencia todos los días y el OBEDECER Su voluntad, y no la nuestra. “No todo el que dice Adón, Adón, entrará en el Maljút Shamáim/Dominio de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de Mi Padre que está en los Cielos/Avínu she Ba Shamáim”.
Lo tercero es adquirir el hábito de la Ajdút/Unidad, el pensar, hablar y actuar como Él piensa, habla y actúa, cada día más. La primera fuente de conocimiento de Él, es la Toráh, claro. Allí están muchas claves de Su comportamiento. ¡Estudiémosla! La segunda clave está en el trato diario con El. Veamos cómo El se comporta con esta o aquella posición o problema e imitémoslo. Tercero, pidamos en oración una mente espiritual y no mental; cuando el Rébbe Shául dice “tenemos la mente de Mashíaj” en el versículo anterior se refiere, justamente, al hombre “espiritual/rujaní” contrastándolo con el hombre mental. Este último jamás puede tener la “mente de Mashíaj”, sino que tiene la suya, como los griegos, y lo máximo que puede llegar a ser es griego.
Por último, Elohím ha dejado un rastro de pistas para que lo conozcamos. El Universo entero es ese rastro; solo tenemos que tratar de comenzar a “traducir” esas pistas que El nos dejó para que lo conozcamos mejor. Por ejemplo, el agua es un símbolo de la ahaváh/Amor sacrificial, espiritual, de Elohím por todos los hombres, Sus criaturas; mientras que el agua dulce del Iám Kinéret/”Mar de Galilea”, por ejemplo, es la Ahaváh/Amor particular y “dulce” de Elohím-como-Ieshúa por Sus talmidím/discípulos hace dos mil años. Como todos sabemos, el agua está hecha de hidrógeno y oxígeno: el hidrógeno es símbolo de la Ahaváh, mientras que el oxígeno es símbolo de la comunicación de esa Ahaváh.
Esta es la tarea que dejamos por delante: conocer a Nuestro Elohím, especialmente en este Sukót, viviendo Con El.
¡Que Elohím bendiga Sus vidas y las ilumine con Su Luz ór/ra/ para que saquemos toda ór/ri/”cuero,” opacidad de nuestras vidas!