¿Cómo construimos nuestra propia arca, se preguntará usted, querido lector?
Igual que lo que hizo Nóaj: siguió instrucciones extremadamente precisas de cómo y de cuáles materiales construir el arca. Debemos estar pidiendo instrucciones bien precisas todos los días, si fuese posible, acerca de qué, y cómo hacer lo que Elohím desea que hagamos, para salvarnos del diluvio, como lo hizo Nóaj. Para cada uno de nosotros, el “arca” es diferente, ya que somos almas diferentes, con destinos diferentes, pero con el mismo Elohím amoroso, que quiere salvarnos y darnos Sus indicaciones, como el Padre amoroso que es, así como lo haría cualquier padre con sus hijos, que les enseña lo que sus hijos deben saber para triunfar, o por lo menos sobrevivir. Así mismo lo hace Elohím con cada uno de nosotros. Nuestra vida es un construir un arca, con las instrucciones precisas que Elohím nos dé, tan precisas como se las dio a Nóaj, ni más ni menos. Para eso necesitamos la matanáh/el regalo de la profecía, para poder escuchar Su Voz y obedecerlo en cada cosa. No todos vamos a recibirlo, pero a Elohím no le faltan otros métodos para hacernos saber Su voluntad, créanme; se las arregla muy bien para hacernos conocer lo que desea.
¿Qué representa el arca en la vida de cada uno de nosotros? Para cada uno es diferente, pero en general, simboliza nuestro destino, nuestra tarea principal, aparte de las tareas secundarias que Elohím desea que hagamos a lo largo y ancho de nuestra vida, según ya está prefijado de antemano por Él. Claro que, más que nada, el arca representa y simboliza el estar guardado y cuidado por Él en todo lo que pretendemos hacer, como fue guardado Nóaj y las otras siete personas de su familia en total que subieron al arca con él, aparte de los animales de cada especie. Si queremos viajar, y va a haber problemas en el viaje, tenemos trabas para ir, y al final no vamos en esa fecha, porque Elohím ya sabía lo que iba a pasar, y no nos permite tener un accidente, porque nos guarda constantemente.
En el vers. 18, Elohím hace un pacto de protección con Nóaj y los miembros de su familia. Nosotros no sólo podemos hacerlo, sino que deberíamos hacer un pacto de protección con Elohím, para que nos guarde, a nosotros y a nuestra familia, y en nuestro caso, a las sinagogas mesiánicas Béit Shalóm en todo el mundo, como guardó a Nóaj y a toda su familia. Aprovechemos este shabát para hacer un pacto de protección para nosotros y los miembros de nuestra familia y sinagoga mesiánica, si usted siente en su rúaj/espíritu hacerlo.
En el vers. 22 dice la Toráh que Nóaj hizo todo lo que Elohím le ordenó. ¿Hizo usted lo mismo con todo lo que sabe que Elohím desea que haga? Haga una lista de las cosas que usted ya sabe que Elohím desea de usted y apunte en esa lista las que todavía no hizo, o sólo comenzó a hacer. Preste atención a estos detalles, porque puede ser que es por esa lista de cosas que no hizo que está teniendo problemas con Elohím, aunque usted crea que está teniendo problemas con la gente, o con las cosas.
Desde el 8:15 al 8:19, se habla del pacto que Elohím hizo con el hombre, específicamente con Nóaj, pacto que es visible a través del arco iris, aún hoy en día. Este pacto trajo el fin del diluvio, y la paz entre Elohím y el hombre, a través de Nóaj, hijo obediente de Elohím, y sus tres hijos: Shém (“Nombre”) (de donde surgen los judíos y los árabes), Iafé (“Hermoso”), (de donde surgen las naciones Occidentales de hoy en día; y Jám (“Caliente”), de donde surgen los actuales Asiáticos y Africanos.
Con este pacto vino el shalóm entre Elohím y el hombre. Así sucede hoy en día: después que hacemos lo que Elohím nos ordena hacer, viene un pacto entre Él y nosotros, y el shalóm viene a nuestras vidas, porque estamos haciendo Su Voluntad.
En el capítulo 9:1 dice que Elohím bendijo grandemente a Nóaj y a su familia. ¿Desea usted que Elohím lo bendiga como bendijo a Nóaj? Seamos obedientes, como lo fue Nóaj y seremos bendecidos por Elohím igualmente. Nóaj no discutió con Elohím, ni le preguntó: “¿Y por qué me haces hacer esto?” ni cosa parecida. Todo lo que Elohím le dijo, lo hizo sin chistar. Así tenemos que hacerlo nosotros. No hay discusión con Elohím. Se necesita obediencia, mucha obediencia, y las cosas irán de maravilla. La obediencia está grandemente resaltada, tanto en el Tanáj como en el Pacto Renovado. Dice en Heb. 5:8: “Aunque era Hijo, aprendió obediencia, por la cual padeció”. Siendo Ieshúa Elohím mismo, si Él tuvo que aprender obediencia terrenal como cualquiera de nosotros, ¿qué debemos cuestionar nosotros, que no somos nada delante de Él?
¿Cómo construimos entonces el arca que Elohím pide de nosotros, que representa la seguridad en nuestras vidas?
Primero, estar bajo la total autoridad de Elohím a través de la obediencia.
Segundo, entender que sólo sometidos a Él podemos escuchar Su Voz y seguir Sus instrucciones.
Tercero, entender que cada uno tenemos nuestro propio diluvio privado, pero, si estamos cumpliendo las dos primeras condiciones, el diluvio llega a ser de bendición, trayendo cambios importantes en nuestras vidas, que nos llevan a crecer y madurar espiritualmente y en nuestra relación con Elohím y con las demás personas.
Entonces, examinar cómo estamos viviendo y cómo estamos encarando los diluvios que se presentan, y reconocer la bondad de Elohím en todos los momentos que pasamos, va a hacer que podamos tener Su total apoyo, bendición, y ayuda en nuestras vidas.