Estos tres pactos nos hablan de lo Eterno de los Pactos: Fueron hechos hace casi cuatro mil años y todavía siguen en pie, como dice Irmiáhu 31:37: “Si dejaran de existir los cielos y la tierra... entonces no habrá más pacto entre Mi e Israel”; en otras palabras, NUNCA van a dejar de ser; ¡NUNCA van a estar no vigentes!
Estos tres pactos nos hablan también de las tres Partes del Tanáj. La palabra “Tanáj” es un acróstico de las tres Partes de las Escrituras Judías: la Toráh; los Neviím y los Ketuvím/Escritos (la letra hebrea “kúf” (k) connekudáh/punto se pronuncia “k” y sin nekudáh se pronuncia “j”, de allí es la pronunciación “Tanáj”). La Toráh (los cinco primeros libros del Tanáj) son alimento y guía para el cuerpo; los Neviím son alimento para nuestro rúaj y los Ketuvím, alimento para nuestra mente. ¿Por qué decimos esto? Primero, porque existen patrones en el Tanáj y el patrón de tres es uno de ellos, que está allí por las tres Dimensiones de Elohím, lo que ha traído que El haya dejado este patrón y otros de los cuales ya hemos hablado en las parashót, para que lo investiguemos en Su Tanáj. En la Toráh, por ejemplo, están todos o la mayoría de los mandamientos/Mitzvót: “No tendrás dioses ajenos; no robarás; no asesinarás... ” etc. ¿Con qué se hace cada cosa de estas? Con nuestro cuerpo, en última instancia, y la palabra “hace” de la pregunta ya lo dice todo. La Toráh nos hace libres. Pero, ¿libres de qué? Del iétzer ha ráh/de la inclinación al mal, al principio, y cuando el iétzer ha ráhya ha conquistado nuestro cuerpo y el ejército de ha satán se apropia de esa conquista, somos libres de ellos también. (Esta es la “libertad en Mashíaj” de que habla el P.R.: No es que estamos “libres” PARA pecar o para hacer nuestro antojo o para no cumplir el mandamiento que no nos guste, sino que estamos libres DEL maligno y deliétzer ha ráh en nuestro cuerpo. Para eso está la Toráh.)
¿Por qué decimos que los Neviím/Profetas son alimento para nuestro rúaj? Porque nos muestran y nos guían a aquellos que tenemos la matanáh/regalo de la profecía, cómo la manejaban los neviím de aquel tiempo y qué cosas espirituales podemos aprender de ellos y hasta qué nos espera en el futuro, como el libro de Revelación (en una buena traducción mesiánica) nos quiere anticipar del futuro. Un libro como los Tehilím, por ejemplo, oMishléi/Comparaciones/”Proverbios” nos enseña muchísimo para nuestra mente y alma.
Estos tres pactos también nos hablan del Mashíaj y de Su movimiento, el Judaísmo Mesiánico Renovado del Siglo I (JMR) y el Judaísmo Mesiánico (JM) del Siglo XX y XXI, y dónde debemos llegar y dónde todavía no hemos llegado (comparando el JMR I con el JM de nuestros días). Nos dicen que Elohím ya planeó el colocar la tierra de Israel donde está, para que el alma, los judíos, la habiten, y luego los judíos por fe, su espíritu, para que éste sea guiado por Ieshúa dentro de ellos, que es lo que pasará en el Reinado del Mashíaj durante el Milenio, dentro de muy pocos años más. Los tres Universos tienen elementos “mesiánicos” que aportar a los tres pactos en su aspecto práctico, actual, por medio de la revelación. Por ejemplo, ¿cómo va a tener lugar este reinado, cómo va a funcionar en la práctica? Elohím desea revelarnos estos secretos, para aquellos que desean saberlo, y que son, precisamente, los que van a reinar en este tiempo.
Estos tres pactos nos hablan del Judaísmo Escritural y de sus ocho valores como mínimo, como los nombra Ro. 9:4: los pactos precisamente, la adoración (con música judía), etcétera. El Judaísmo es la base de las leyes universales. No habría habido “Carta Magna” en Inglaterra ni “Constitución de los EE.UU.”, ni “Declaración de los Derechos Humanos” en las NN.UU. sin las leyes de la Toráh, aunque esto sea ignorado a propósito por la gran mayoría de la humanidad. El famoso “Derecho Romano” en el cual se basan prácticamente todos los libros de derecho de Europa y Latinoamérica, no salió de la cabeza de los romanos, que sólo eran una soldadesca brutal que era “el brazo armado” de un imperio más brutal y sanguinario aún liderado por un monstruoso “dios hombre”. La verdadera y bien disimulada base del Derecho Romano está en la Toráh, que fue promulgada dos mil años antes que éste.
Así, la canción/shír de Haazínu de Moshéh en Dvarím 32, es una declaración de la importancia como protagonistas de la historia que tiene el Pueblo Judío y de la importancia que dentro de éste, tienen los tres pactos. Elohím le regaló a la humanidad al Pueblo Judío para que aprendiésemos de ellos lo que es tenerlo a Él como Único Elohím. La Historia, entonces, es “His-story” (en inglés significa: “Su (la de Elohím) historia”, no la historia de éste o aquél imperio de los 20-30 grandes civilizaciones que han pasado por el escenario de la historia del mundo, según el historiador judío-norteamericano Max Diamant.
Con esta perspectiva de los tres Shamáim, podemos entender mejor lo que jatáh/pecado significa. Podemos pecar en cada uno de los tres Universos: en el Universo mental, en el físico (el más bajo de los tres) o en el Espiritual. El pecado más ruin es pecar con el cuerpo, ya que estamos pecando en el nivel más bajo posible. Esto es contentarnos, satisfacernos con lo más bajo en los tres Universos. Este satisfacerse trae como consecuencia una atadura a estos niveles más bajos de la existencia, en una espiral descendiente, que nos lleva cada vez más abajo, descendiendo ya de la superficie del Universo físico, al infierno más profundo. Lo que era una mera telaraña de tentación, con el tiempo y el darnos el gusto de satisfacernos, se convierte en una cadena de hierro negra de pecado y de adicción, que la mayor de las veces ya no tiene regreso. Ha satán se encarga de esta última parte, aunque la primera parte, nuestras tentaciones, son parte del libre albedrío que Elohím nos ha dejado.
El arrepentimiento, que es el tema de estos días “terribles” es el reconocer esta satisfacción de nuestro yo y el tener vergüenza delante de Elohím, la suficiente para hacer algo y parar de pecar.
La otra cara de la moneda es el perdón de Elohím, que ve nuestro corazón y nuestra sinceridad (si de veras la hay) y nos perdona. Hablando de perdón, cuando Moshéh trató de “negociar” la vida y la salvación de su pueblo, que estaba en peligro por los pecados de Israel, presentó varios argumentos a Hashém, pero uno sólo fue el decisivo: lo que en el Judaísmo se conoce como “Kidúsh ha Shem”/la Santificación del Nombre (Santo) de Elohím. Fue por Kidúsh ha Shem que ADONÁI aceptó perdonar a Israel, para que los enemigos de Israel no puedan decir que Israel no fue ayudado por su Elohím cuando ellos lo necesitaban.
Los dos juntos, nuestro arrepentimiento y el perdón de Elohím nos llevan a la teshuváh, al volver a Elohím, que es el portón/sháar de entrada a la espiral ascendenteque nos conduce a Su Presencia. De allí en adelante, sólo podemos subir.
En el Judaísmo Mesiánico tenemos la misma disyuntiva y quizás el mismo “remedio” a la mano que el Judaísmo Escritural de la época de Moshéh: el apelar alKidúsh ha Shem para ser perdonados de nuestros muchos (aunque todavía “frescos”) pecados. La venida delMashíaj Ieshúa está en los portones/shaarím de la historia, pero somos nosotros que no estamos preparados para ser Su Kaláh/Novia vestida de blanco. Nuestros vestidos no son blancos. Tenemos “manchas y arrugas”, como lo llama el P.R. Como Moshéh, tenemos que clamar a los Shamáim para que nos ayuden a cambiar el color de nuestro vestido, de rojo a blanco; y “planchar” nuestras arrugas con Su Rúaj ha Kódesh y nuestra obediencia, que es lo único que va a ayudar a alisar nuestros pecados y sacar nuestras manchas. ¡Que Elohím nos ayude!