Lo tercero después es la oración. No hay sacrificio mejor recibido de parte de ADONÁI que nuestra oración a Él, (no a Ieshúa). Orar, para el judaísmo mesiánico renovado, significa “tener una relación íntima” con ADONÁI a través de Ieshúa y elRúaj ha Kódesh, más que pedir cosas (lo que no está mal y es necesario, pero secundario). Por otro lado, la UNICA oración que “resulta” es la que El mismo nos dice que oremos. ¿Para qué nos va a decir que oremos algo si es que no desea dárnosla? Para orar con eficacia, entonces, primero debemos pedirle a ADONÁI que nos dé la oración correcta, que Él desea que le pidamos y luego hacerla, y por supuesto, la recibiremos, porque El mismo nos dijo lo qué orar.
El cuarto sacrificio que Él desea de nosotros es nuestra adoración, cuya expresión máxima es la danza davídica. No hay mejor forma de alabarle, de adorarle, que danzar delante de El, no con otras personas presentes, sino un tete-a-tete entre Él y nosotros, en la intimidad de nuestros corazones y almas, entregándole toda nuestra vida, nuestros problemas y nuestros tropiezos, pero más que nada nuestro amor y nuestro “mucho”/meód”, como dice el primer mandamiento/mitzváh.
El quinto sacrificio es el interceder (que es una forma específica de orar) por los demás en este orden: por nosotros mismos, por nuestra familia núcleo, por nuestra familia en general, por nuestros rabinos mesiánicos y sus familias, por nuestros amigos personales, por los miembros de nuestra sinagoga y por último por Israel y nuestro país. “Shaalú shalóm Irushaláim”: “Pidan por la completación de Irushaláim”.
Todos nosotros necesitamos siempre sanidad interior y esta debe ser nuestra prioridad número uno en nuestra oración. ¿Si nosotros mismos no estamos bien, cómo podremos ayudar a los demás? Debemos hacer una lista escrita de nuestros temores, nuestras inseguridades, nuestros problemas interiores, pensamientos más molestos, pensamientos negativos, deseos que bordean la obsesión, y pedir en oración a Elohím que los elimine de nuestra mente y que “renueve el aire de nuestra mente”.
Después debemos interceder por los miembros de nuestra familia, que pueden tener y probablemente tienen diversos tipos de necesidades. Debemos apuntar esas necesidades variadas e interceder por ellos. Lo más práctico es hacer una o varias hojas en computadora, con las oraciones variadas que debemos hacer todos los días y usar esta/s hoja/s diariamente.
Nuestros rébes mesiánicos deben ser cubiertos en oración por todos los miembros de la sinagoga mesiánica, todos los días que oremos. Ellos son el blanco de ha satán y no debemos olvidarlo. Si ellos flaquean, o pecan, todos nos venimos abajo. Uno de los grandes remedios para esto es la oración de toda la sinagoga mesiánica por ellos.
Nuestros hermanos de la sinagoga mesiánica también deben ser puestos en nuestra lista, especialmente aquellos que tienen problemas inmediatos, como una enfermedad, o un problema grave.
Por último, debemos pedir “la completación de Irushaláim” y pedir por el Israel real que está en peligro constante de parte de sus enemigos. Debemos pedir oración especial para y por Israel-- y prepararnos para un ataque de ha satán con las armas espirituales apropiadas-- para descorazonarnos y que dejemos de orar por Su Esposa.
El séptimo sacrificio es tratar de cumplir los Mandamientos/Mitzvót, en la medida de nuestro esfuerzo, no de nuestro resultado. Lo que queremos decir es que Elohím va a juzgarnos de acuerdo a nuestro esfuerzo, no de acuerdo a nuestro resultado. Podemos hacer un tremendo esfuerzo y con muy poco resultado, pero eso es muy aceptable a los ojos de Elohím. Recuerdo cuando ya conocía a Elohím pero todavía no tenía a mi cargo la sinagoga mesiánica que lidero, un shabát quise cumplirlo de acuerdo a lo que dice Is. 38:13, haciendo Su voluntad y no la mía y le pregunté a ADONÁI qué quería que haga en ése Shabát en particular. Me dijo que llamara a una hermana argentina, donde ella y su esposo eran nuestros amigos personales. Cuando llamé a su casa, me atendió el esposo y me contó que ella estaba internada en un sanatorio privado. Como sabía que tenía que cumplir la orden de Elohím, le pedí la dirección y fui a verla. Cuando entré a su habitación en el sanatorio, había un hombre mayor con ella. Resultó ser su padre, que había venido de Argentina para verla en el sanatorio. A la hora de conversar de Elohím, lo llevé abajo, donde había estacionado mi automóvil, y este señor desconocido aceptó a Ieshúa como Elohím y Mashíaj. Yo me fui muy contento a mi casa. ¡AÑOS DESPUÉS me enteré que este señor falleció a los pocos meses de haber recibido a Ieshúa en Asunción, Paraguay!
Quisiera que usted, querido lector, entendiera el alcance ENORME de este ejemplo de hacer Su voluntad y no la nuestra: ¡Un alma está para siempre con Elohím, muy probablemente, porque alguien le preguntó a ADONÁI qué hacer en un shabát, y lo hizo, sino “pero” ni “es que...”! (Es interesante agregar que no vimos más a nuestros amigos argentinos casi desde ésa época, lo cual da más valor a ése día especial en que el padre de la chica recibió a Ieshúa.)
Debemos estudiar y releer los mandamientos/mitzvót, especialmente los más importantes, como los diez primeros, y hacer todo de nuestra parte para cumplirlos. Cuando no podemos cumplirlos, debemos pedirle perdón a Elohím por ello.
El octavo sacrificio es una confianza/emunáh (o “bitajón”) continuamente en aumento (a través de la oración). Debemos CONFIAR en que El sabe lo que hace con nuestras vidas y en que Elohím nos da lo que es MEJOR para nosotros, aun cuando no pensemos lo mismo. La confianza es algo acumulable, como una cantidad de lingotes de oro que se van amontonando y constituyen nuestro más precioso tesoro. La última vez que Elohím hizo algo bueno por nosotros contribuye con otro lingote de oro a la pila de nuestra confianza en El y así la pila se va amontonando y creciendo, hasta que tenemos cada vez más confianza, fe/emunáh en Él.
El noveno sacrificio es nuestro comportamiento diario (en orden centrífugo) con Elohím, con nuestro cónyuge, con nuestra familia núcleo (padres, hijos y nietos), con nuestros familiares, con nuestros rabinos mesiánicos, con nuestros hermanos de la sinagoga y con nuestros compañeros de trabajo y personas ocasionales con quienes nos topamos, por ejemplo, con los mendigos que vienen a tocar a nuestra puerta. ¿Somos amables con cada uno de ellos? ¿Somos honestos con cada uno de ellos? ¿Somos serviciales? ¿Tenemos amor/ahaváh, sacrificial, espiritual de Elohím por ellos, o sólo interés de algún tipo? ¿Tenemos respeto por nuestras autoridades de la sinagoga o creemos que sabemos igual o más que ellos? ¿Los tratamos con respeto? ¿Se lo decimos o demostramos?
El décimo sacrificio es tener como meta nuestra santidad/kedusháh/ser separados (para Elohím). “Sed santos/separados/kadoshím como Yo soy Santo/Kadósh” dice ADONÁI. La santidad viene de hacer los diez puntos anteriores—y más. La santidad viene con el papel de lija de Elohím que nos lija la piel para sacar las impurezas—con el tiempo.
Si comenzamos por lo menos a hacer todos estos diez puntos, estaremos prontos para éste Pésaj, para celebrar nuestro propio progreso, de nuestros pecados de la carne.