Segundo, a la verdad exterior, “nuestra doctrina,” lo que creemos y lo que DEBERÍAMOS creer, por ser la verdad absoluta. Creemos firmemente que, gran parte de nuestra salud mental y espiritual depende y se resiente cuando estas dos verdades, la interior y la exterior se transgreden.
Cuando se transgrede la verdad exterior (la doctrina), por ejemplo, somos engañados a creer en otros “dioses” y/o en otras verdades que las verdaderas. El resultado es enfermedad espiritual que termina, en el peor de los casos, en el Sheól/infierno. Cuando transgredimos nuestra verdad interior, es decir, CUANDO SOMOS CIEGOS A LO QUE SOMOS EN REALIDAD, y qué nos hace actuar o dejar de actuar, estamos enfermos psíquicamente (y TODOS estamos enfermos psicológicamente de una u otra forma, en uno u otro grado). El resultado es enfermedad psíquica, en un grado pequeño o grande, pero enfermedad al fin y al cabo. El resultado es desequilibrio emocional, rabia, odio, falta de perdón, y en el final del proceso, depresión.
EL SEPARARNOS DE ELOHÍM: LA RAÍZ DE TODOS LOS PROBLEMAS HUMANOS
Todo comienza, según el autor Thomas N. Finger, con separarnos de Elohím. Esa separación, cuyo primer ejemplo lo tenemos en Adám, comienza un proceso descendiente de ceguera psicológica y espiritual que se va expandiendo a medida que elegimos el seguir no viéndonos a nosotros mismos (invidere). Al dejar de conectarnos con Elohím, es muy posible que, para seguir no viendo lo que nosotros mismos nos estamos haciendo, estemos o entremos en una religión. Entrar o estar en una religión (o en otra) no es lo que debemos hacer en ningún caso. Lo mejor de todo es estar en una RELACIÓN personal con Elohím a través de tener al Rabino Ieshúa dentro nuestro. ESE es el ideal; eso NO es una religión. Nosotros NO pertenecemos a una religión llamada “judaísmo mesiánico renovado (JMR)” ni enseñamos una. Lo que tratamos de enseñar en todas nuestras publicaciones, artículos y libros, es cómo tener una relación íntima con ADONÁI a través de creer en Él “vestido de carne” y conocido como Ieshúa. Eso es MUY DISTINTO a tener una religión y muchas personas que nos están leyendo deberían recapacitar y mirar dentro de sí mismos para reconocer si tienen una religión o una relación. ¡Salgan de cualquier religión en que estén metidos! Entren en una relación con ADONÁI a través de Ieshúa ha Mashíaj.
El que no hace esto, y continúa sin ver (invidere) la verdad interior de su psiquis, va a seguir dañando con esa decisión de su voluntad de no ver sus problemas psíquicos, y su próxima víctima serán sus relaciones interpersonales, con los miembros de la sinagoga, con sus compañeros de trabajo, sus amigos, amigas, sus padres, hijos y nietos. Cuando uno está en una relación íntima con Elohím, todo lo trata de hacer a través y por causa de esa relación, como un sirviente oriental hace todo para su Amo. Esa relación hace crecer la ahaváh/amor sacrificial de Elohím hacia El y hacia la gente.
Cuando esa relación se rompe, sólo queda hacer todo por ganancia personal, o por motivos egoístas. Allí comienzan las rivalidades, los celos, la envidia, el odio, la preocupación por el mañana, y la ansiedad por el futuro (“¿De qué voy a comer el año que viene?”) y todos los demás males de la era moderna, como el estrés y la angustia. Después, esa relación rota lleva a otra separación, con la sociedad como un todo. Ya no nos sentimos parte de la familia, ni de la sinagoga mesiánica, ni de la sociedad. Hemos roto todo vínculo con todos ellos y comienza a actuar la soledad y la inseguridad.
Este es un retrato de la sociedad Occidental y mundial. ¿Por qué? Porque el hombre ha roto el vínculo espiritual con Elohím. Los más “afortunados” tienen una religión, pero no una relación. Pero esa religión les llena, les satisface-- hasta que algo les suceda: una catástrofe, o un problema serio o un cuestionamiento doctrinario es suficiente para hacer tambalear esa religión. ¿Y la solución? Buscar otra sinagoga mesiánica, abrir la nuestra, volver a nuestra antigua religión, o dejar de ser mesiánicos; cualquier cosa que llene nuestros deseos sociales de pertenecer y nuestro deseo íntimo de ser valioso en algún lugar y para algún líder con carisma.
¿La solución? Buscar, hurgar tanto en la verdad interior de nuestra psiquis, como en la verdad exterior del sistema de creencias en que estamos inmersos, quitando todo aquello que está enfermo en ambas áreas. Esto comienza con nuestra voluntad: debemos enfrentarnos con todo aquello que hemos reprimido, ocultado en nuestro inconsciente, justamente para que no se vea ni se note, porque nos molesta verlo o porque nos averguenza. Es justamente porque esto es verdad que surgió el Psicoanálisis: el psicólogo es el moderno “kóhen”, sacerdote que diagnostica nuestros problemas, aunque su “dios” sólo es Freud y su “Rúaj” sólo es la palabra hablada/rúaj. Todo esto es un pobre remedo de una verdadera relación con Elohím, pero es mejor que nada y precisamente por eso es que ha tenido éxito. Pero la VERDADERA solución radica en volver a ser Adám. En volver a tener una relación y reparar nuestras interrelaciones con la sociedad, las personales, con los miembros de nuestra sinagoga mesiánica, con nuestra familia, nuestro cónyuge, hijos y nietos. Pero no volver como enfermo, sino como sanado, habiendo hurgado en lo que hemos reprimido, y habiéndolo sanado, tanto de nuestra verdad interior como de la exterior, de lo que creíamos.
Como Iehudáh ha Makábi, primero tenemos que derrotar al enemigo externo, el que quiere ensuciar nuestro templo con cabezas de cerdo y sustituirlo por la Presencia de Elohím. Si todavía no teníamos una relación íntima con El, tenemos que desarrollarla, para no descender a tener una religión. Después, tenemos que martillar al enemigo interno, que hemos reprimido por tanto tiempo, porque no sabíamos qué hacer con nuestros defectos y nuestros problemas. Y por último, tendremos una jánukah saméaj/alegre en nuestro interior, porque las luces de la auto-revelación y de la revelación de Elohím se han encendido en nuestro interior, y hemos visto las verdaderas causas de nuestras enfermedades psíquicas.